Lo obvio por sabido se calla, y por callado se olvida
Refrán popular
Cuando esto escribo no puedo menos que recordar que algunos de mis compañeros, amigos y hasta familiares han creído colaborar en esta puesta en escena que es el Instituto Municipal de Planeación de Culiacán (IMPLAN) que, desde diferentes miradas, ofrece distintas lecturas y que, sin invalidarlas, da pie a hacer algunas reflexiones al mismo.
Tampoco puedo desdeñar las buenas intenciones de muchos que han ayudado con este organismo y sin darse cuenta convalidan con su actuar un ejercicio que ha mi modesto entender, “cuesta más de lo que vale”.
Nacido en el 2005; quienes lo vimos nacer; en principio, ilusamente manifestamos júbilo por el nacimiento de tan importante dependencia que se encargaría de la planeación urbana de nuestra maltrecha ciudad; pronto nos desengañamos. Aunque, seguramente sus apologistas alegaran un “rosario de virtudes”, pero, obras son amores y no buenas razones.
Con sus 18 años ostenta una mayoría de edad, pero parece adolecer de “dientes”, capacidad y fuerza para hacer la planeación inteligente y de altas miras sustentadas en potencialidades reales de nuestra realidad, con un sentido de equidad, justicia social y desarrollo sostenible y, sus propuestas, son modas de otras latitudes que se adoptan sin adaptarlas a nuestras condiciones.
Solo en el discurso aparecen conceptos en boga, planes y agendas para el desarrollo sostenible que se diluyen en retóricas e intervenciones tímidas o groseras en una ciudad que lejos de volverla más armónica generan más agresión.
Así tenemos; ciclovías, impuestas en lugares sin continuidad ni lógica que las sustente, puentes peatonales; que solo buscan impresionar y que fueron resueltos siguiendo criterios de economía en detrimento de calidad de la obra y de su funcionalidad; ejes de la ciudad, que fueron eliminados siguiendo caprichos e intereses de alcaldes; puentes o distribuidores, que fueron proyectados siguiendo criterios federales y nunca una estrategia local y de justicia social y, cuando se cuestionaba su realización, justificaban el hacerlas el hecho de estar etiquetadas en recursos federales.
En fin, podríamos seguir enumerando sus haceres y que, existiendo tantos rezagos, parece demencial el seguir imponiendo; intervenciones en vías de alta circulación, donde parecen solo buscar escaparate y llamar la atención, aunque la ciudad se desangre por ausencia de equipamiento y servicio y la contaminación del aire, agua y tierra nos invada por doquier.
Nada o muy poco se ha hecho en décadas por resolver los colapsados drenajes pluviales y aguas negras y qué decir de la movilidad de la ciudad, donde circular por la ciudad parece que nos adentramos a las tripas de un monstruo, con vialidades sin continuidad o vías de ferrocarril incluso en desuso que obstruyen y vuelven caótico el tráfico que en mal estado hacen delirante el de por si mal estado de las calles.
Tampoco a las actuales autoridades parece importarles la planeación y proyecto de mediano y largo aliento y actúan con “mejorales” o remedios caseros en un enfermo crónico.
Más pronto que tarde nos percatamos que distaba mucho de ser el organismo que nuestra ciudad requería, luego nos dimos cuenta que se creó en torno suyo una estrategia que tenía más poses y señuelos que solo buscaban dar una idea de altos vuelos, cuando la realidad era que solo buscaban aparentar o encubrir a los verdaderos desarrolladores urbanos que se apoderaban de los espacios y enviaban mensajes con supuestas modernizaciones o inclusión de modernidades que nunca llegaron.
Cuando esto escribo no quisiera dejar que la distancia y el tiempo me hicieran olvidar algunos aportes que seguramente alegaran quienes lo defienden, sin embargo, sigo considerando que su costo al erario no ha correspondido con los propósitos que ellos mismos alegan y que solo son una simulación que encubre sus fines reales.
Hacer que los grandes desarrolladores se mantengan en la impunidad y hagan de esta ciudad lo que les plazca creciendo para el rumbo que más convenga a sus intereses, mientras tanto el IMPLAN con su retórica, poses y supuestas consultas esconde la cabeza ante una ciudad desarticulada, ausente de planeación y en un descontrol que semeja un estado de guerra sin estar en combate.
El IMPLAN es un organismo que tiene dueños y que sus intereses son distintos a la búsqueda de una ciudad armónica, ecológica y con una movilidad incluyente.
Ellos no entienden y nunca enteran que hay intereses supremos al de la ganancia, la especulación y el lucro.
Ellos se conciben dueños de la única verdad y jamás entenderán de justicia social y cuando mucho solo acudirán a ser benefactores de iniciativas que promueven su ego, nunca a cumplir con sus obligaciones de una realidad social justa.
Por eso el IMPLAN se ha caracterizado en adoptar ideas de otras latitudes sin adaptarlas a nuestro entorno, en una imitación burda ausente del elemental sentido común; quienes los controlan no entienden y quizá nunca que la imitación no es modernidad y solo deforma nuestra tradición.
No bastaba adoptarlas para ser modernos; había que adaptarlas.
Octavio Paz.
Barcelona, a 14 de noviembre de 2023.
Martín Sandoval Bojórquez.
Cronista de Culiacán.