De violeta fuerte

La escena empieza en el comedor del hogar de la familia X.
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La escena empieza en el comedor del hogar de la familia X. Mesa con 6 sillas, cuadros, dos, tres. Uno referente a la Última cena. La familia la componen cuatro, aparecen sentados a la mesa.

Don José, el padre, empieza el dialogo.- Les he pedido que estemos todos, porque tengo algo sumamente serio que quiero lo analicemos. Doña Ofelia con cara de preocupación dice, – Por tu tono y semblante, me parece que es algo grave.

Si es grave, pero no te alarmes, expresa alzando su brazo derecho don José  y señala a su hijo Javy.  Al momento todos voltean hacia el aludido. Él, se ha sentado en la parte más alejada. Las reacciones de sus miradas son notables. El padre continúa.-

Amor, lamento decir que Javy desde hace tiempo ha dado muestras de ser homosexual.  No te alarmes, o mejor dicho no finjas alarmarte, porque eso tú lo sabes desde hace tiempo, tú eres la culpable de su desviación.

Doña Ofelia. ¡No te permito que!…

Don José  -Calma, amor, calma. Enseguida hablaras, por eso aclaré que esta reunión es para analizar esta situación. Hijos. Su madre, cuando ustedes estaban pequeños, Javy tendría 5 y tú José 3 años; nosotros visitábamos a los vecinos de enfrente, lo más de las veces los sábados.

Mientras Federico, mi vecino amigo y yo nos echábamos unas chelas, tu madre y Adela, la esposa de Fede, platicaban.

Y ustedes jugaban con  Lily, la niña de ellos; tal vez de 4 años. Yo miraba como tú, José,  te aburrías jugando solo con un caballito de madera, mientras tú hermanito Javy, jugaba con Lily a las muñecas, la casita, y peinabas las monitas Barbis.

Yo pensaba que era una estrategia tuya, Javy, porque te gustaba la niña y querías conquistarla. Pero, ¡No!, por desgracia me equivoqué…no era lo que pensé, es que desde entonces tenías esa tendencia…

¡Ooh Dios mío! ¡Y tú, Ofelia su madre!, permitía que jugaras con muñecas, en lugar de con caballitos y carritos como tu hermano José; él, que siempre ha seguido mis pasos. ¡Míralo! Es todo un hombre, ¡viril como su padre! En cambio tú, Javy… ¡Oooh, Dios mío!

Javy se levanta dando un manazo sobre la mesa. -¡Ya basta! Veo papá, que jamás entenderás mi  forma de ser. Me voy de esta casa…

Ofelia.- ¡Nooo! Hijo, por favor no te vayas… -se levanta para detenerlo- lo logra.

Don José.- Déjalo, que se vaya a seguir su destino de perdición.

José.- Papá, creo que exageras…

Don José. No hijo. No exagero. Lamento de veras que tu hermano se haya desviado. Mira, déjame contarte. Por desgracia, en todo el mundo las cosas se han volteado. Nos acercamos a Sodoma y Gomorra.

Ciudades que en el año 1970 antes de cristo, fueron calcinadas por mandato divino. Dios castigó a sus habitantes, precisamente por causa de la homosexualidad y la desmedida perdición en la que se debatían.

Todos quedaron hechos ceniza por la llamas, algunos que intentaron huir quedaron convertidos en estatuas de sal. Ahora, de nuevo Dios debe tomar ese remedio, calcinar las ciudades perversas de este mundo, poner un remedio…

¡No blasfemes José¡. Eso es una locura que Dios, nuestro señor, no puede ordenar; sería terrible. ¡Eso es un locura! ¡Aaah, piensas que estoy loco! A ver amor mío, dime, ¿quién está más loco, yo, por intentar detener el avance hacia la perdición a nuestro hijo, o esa horda de dementes desviados que ahora hacen marchas para enaltecer el orgullo de ser gay; o sea joto? A ver, dime. ¡Quién es el demente!

– Mamá, no contestes. Mi padre tiene razón.

– ¿Cómo? ¿Qué dices Javy?

– Sí, madre. Debes comprender que él es de otro tiempo…

– ¡Vaya! Celebro que lo entiendas hijo. Soy de los tiempos en que había respeto entre los seres humanos. Ahora, nadie respeta a nadie. Así que adelante. Sigue tú camino, Javy. Y que Dios se apiade de ti.

Doña Ofelia alcanza a su hijo en el porche. –Hijo, me apena y me mortifica lo sucedido. – No te apenes mamá. No pasará nada grave, te lo aseguro. En mi grupo, somos una comunidad muy unida, lo que más buscamos es la comprensión, el amor y la seguridad entre nosotros.- Sí hijo, pero me han dicho que usan drogas y que existe el libertinaje. – Mamá, te aseguro que no todo eso es cierto.

Además, yo sé cuidarme. Por favor, ten confianza en mí. –Que Dios te bendiga, hijo.

Por la tarde en el comedor doña Ofelia y su hijo José platican. Ella un tanto alterada. -¡Nooo hijo! Tú papá se pasa. Admitir que se fuera Javy de la casa, es cómo si lo hubiera corrido, lanzarlo a la calle como a un perro. –No mamá. A mí me parece que fue lo mejor. -¡¿Quieres decir que te alegra que tu hermano quede desamparado en la calle?! No exageres mamá.

Mi hermano es autosuficiente, tiene preparación, y sobre todo, tiene agallas. -Entonces, ¿tú no lo consideras un maricón? ¡Por favor, mamá! Javy, es valiente. Le admiro su firme decisión. Él sí sabe lo que quiere. Me sorprendes hijo.

Yo pensé que tú estabas muy de acuerdo con tu padre. –Y sí estoy de acuerdo con lo que dice mi papá. Tiene razón, esta sociedad va rumbo al abismo. Pero, debemos ser cautos mamá. No podemos ser extremistas para no dañar a nadie.

Por la noche, en el comedor. -Doña Ofelia.- Eres… un cabrón.

Don José- ¡Hic…! tienes razón… Pero… solo así, se puede hacer que los ¡hic… jos anden… de  re chosss.- Debiste ser más comprensivo… fuiste con él un rasposo cabrón…

Contigo si voy a ser cabrón… y más rasposo, ma ma cita… anda…vamos. – se levantan y empiezan a caminar hacia la recámara. – Ora sí, te voy … a dar… por todas…par …tes  ¡mamasota! Doña Ofelia con picardía.- ¡Shiss!  Pone  su índice en su boca, Don Josué la empuja hacia dentro de la recámara. Se escuchan voces de ambos.

¡Ay, ay… así  ¡no!  ¡Cómo de …qué no…, ya te dije…por todas partes…¡No, no, por allí no…sí…no.. hay… que rico..

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