Don Pepo, nuestro personaje, se encuentra parado en la banqueta de la acera oriente de la avenida Ruperto Paliza y Bulevar Leyva, a espaldas del Parque Revolución; justo frente a las instalaciones de la Benemérita Cruz Roja, a donde vino a parar en las primeras horas de la mañana, después de la aterradora noche anterior: – Incrédulo de lo ocurrido: se soba la barbilla y al mismo tiempo niega ligeramente con la cabeza; no puede evitar que en su memoria se atropellen los recuerdos…
Lo ocurrido durante la noche anterior, aún lo tiene impresionado, pero por encima todo aquello; una preocupación pesa sobre él cómo una lápida: cómo le va a hacer para justificar su ausencia durante toda la noche… ¿con qué le voy a salir a mi vieja? ¿Qué mentira le voy a contar ahora? De por sí, desde hace días que me trae en jabón… y esa perturbación lo hizo trastabillar y caer al pavimento; pero, duda de éste pensamiento; porque es tal su congoja que, cree que se ha desmayado antes de caer y golpearse la cabeza quedando inconsciente…
La cinta corrió veloz por su memoria: es levantado por los jóvenes que esperan el camión del transporte de la Coppel; en la farmacia Guadalajara de Madero y Rubí… recuerda vagamente que lo confundieron con un teporocho y que ellos mismo llamaron a los socorristas.
Recuerda sin poder evitarlo, como lo subieron a la ambulancia y palpándose los bolsillos agradece que le respetaran sus pertenencias; recuerda un poco mejor; cómo fue que lo bajaron de la ambulancia en una camilla, para meterlo al pabellón, y ya dentro, lo pasaron a una cama; donde tras una breve auscultación: él médico de guardia ordenó para él, un suero vitaminado; y mientras una piadosa enfermera le buscaba la vena para transfundirlo; un joven pasante, menos diestro; le rasuró una parte de cráneo y le practicó una rápida y abultada curación.
A pesar de su deplorable estado físico: él Médico de guardia pensó que su cara le era familiar; y sin abandonar su actitud impersonal, pidió la información del paciente; al leerla sonrió, sacó su teléfono celular, marcó y esperó a que le contestaran: ¡eeyp compañero! ¿Qué milagro? – Si hombre, mira no te alarmes: te llamo porque aquí está tu jefe, parece que se cayó en la calle y nos llamaron – Voy para allá, – Te espero, dijo lacónico y colgó… y regresando a la cama de Don Pepo: le tomó el pulso y sin dejar de mirarlo le dijo:
– Oiga; ya le avisaron a su familia. A Don Pepo le vino un repentino ataque de tos que lo enrojeció y dejó un instante sin aliento… y sin apartar del médico sus ojos desorbitados: ¡¿Cómo dice que dijo!? ¿A quién le avisaron? – Tranquilícese, ya viene su hijo – ¡Ha, menos mal! Gracias doctor. Y fingiendo agradecimiento; ensayó una sonrisa que terminó en un quejido ¡ay!…
Don Pepo: tan pronto el médico se apartó de su cama; él dirigió sus ojos a la botella del suero y le agradó ver lo rápido que estaba pasando y pensó: a cómo va, en diez minutos se acaba, buscó con la vista a la enfermera y al pasante que lo atendieron; y dándose cuenta que estaban ocupados con otros pacientes: solo esperó a que cayera la última gota de suero, y actuando con rapidez, se despegó la gaza, se sacó la aguja y apartando él catéter; se incorporó, y viendo que tenía puestos los zapatos, hizo la vertical y poniéndose la cachucha, sin pensarlo ni un instante más, se escabulló entre el barullo del pabellón que en ese momento estaba a reventar…
Al verse fuera del pabellón, se lanzó a la calle y al salir, giró en redondo para ver a todos lados, esperando toparse con su hijo, se serenó un poco y antes de emprender la retirada pensó que era mucho mejor para él; esperar a que su hijo llegara…
¿Papá que te pasó? – Mhijo querido te lo contara, si se pudiera creer. – Su hijo lo observa de pies a cabeza, lo abraza con ternura y Don Pepo se encoge protegiendo sus costillas; el hijo lo suelta y al acariciarle las canas se topa con la gaza que cubre el chichón rasurado. – Me dijeron que te caíste y que parece que estabas borracho. – No mhijo que borracho voy a estar, -Pues hueles a trago fuerte. – Sí porque me eché un trago del licor de café que me trajiste de Oaxaca.
– Bueno bueno, no quiero mortificarte, a ver ¿qué te pasó? – Pues nada que me caí al cruzar el Madero y me golpie la chompeta. – ¿Y porque estas tan manchado y arrugado de la ropa; que tú mujer no te plancha? – Es que es la ropa de ayer, no me la cambié, apenas iba pal mercado. – Bueno y ¿qué te dijo el médico, porque te echaron para afuera tan luego? –Es que no fue gran cosa…. Don Pepo sintiéndose acorralado, optó en cortar por lo más sano: – Mira mhijo: hay cosas buenas que parecen malas, resulta que… y en pocas palabras le contó lo ocurrido la noche anterior.
Su hijo lo escuchó atónito, sin dar crédito al extraño relato, le preguntó: y, ¿Qué piensas hacer? tienes que volver a tu casa y a ver cómo te las averiguas. –Ahí es donde tú me puedes ayudar, veras: hay que decir que éste accidente lo tuve ayer tarde y que pasé la noche en las Cruz como desconocido hasta ahorita que me conoció tu compañero médico y te llamó… Él hijo moviendo la cabeza: -A que la fregada, bueno pues, a ver cómo nos va…
Don Pepo aburrido ya no aguanta el encierro; hace una semana que está atrapado en su casa, bajo la estricta vigilancia de su mujer y en estado de convalecencia; ella no le ha permitido poner un pie en calle y lo ha sometido a intensos interrogatorios; por momentos piensa en escapar, pero por fin tiene una idea brillante; se le ha ocurrido una idea mejor: pide la visita de un médico que certifique su estado de salud física y mental.
Su mujer que conoce la clase de marido que tiene; acepta, pero su sexto sentido le dice que ha sido engañada; y sospecha que él viejo mañoso y taimado le quiere tomar el pelo una vez más. Ella sabe que él pinche viejo cebollín, rabo verde ya no aguanta él encierro, que tiene ganas de volver al Asturiano a tomar sus tradicionales piernudas pacifico, que ya quiere volver al karaoke con sus amigotes a hacer el ridículo y al runchiflón de seguir en con sus chingaderas: por eso se decide a llamar a un médico que le recomendó una vecina.
Son las cinco de la tarde y él médico ha llegado a cumplir la visita, él joven galeno sonríe levemente con cierta malicia, parece avisado del asunto y ha aceptado prescribirle una semana más de encierro.
Buenas tardes señora, ¿dónde está el pacientito? – Pase usted doctor, pase por favor, siéntese. – Y con voz autoritaria le grita: ¡Pepo ya llegó el doctor! ¡Pepo no me escuchas! – Ya voy mujer, me estoy poniendo las chanclas… y uno instantes después, hace su aparición en la sala donde el medico lo espera. Saluda con buen talante. -Buenas tardes Doc. ¿Que lo trae por aquí? –Vengo a ver un paciente desmemoriado y con síntomas de esquizofrenia.
– Don Pepo reacciona ¡Ha caray! ¿A ver cómo está eso?… al instante sin dar tiempo a más diálogos, la señora interviene. –Él es el paciente doctor. El medico se acerca a Don Pepo y éste le guiñe un ojo. – A ver vamos a ver: diga, ¡ha! y con el abate lenguas lo incomoda; sonriente le examina los oídos, lo manda erguirse y con el estetoscopio le escucha el corazón que retumba con gran poder, le cuenta frecuencia cardiaca y mide su presión arterial; lo manda a toser y Don Pepo lo hace tan fuerte que casi arroja un pulmón.
El Médico después de interrogarlo, en relación con el evento catatónico de los días anteriores; parece que ha terminado su consulta. La señora de Don Pepo parece impaciente por tantas consideraciones, ella lo que quiere es que el Doctor de acuerdo con lo convenido; lo diagnostique incapacitado por varios días más.
– ¿Cómo lo encuentra Doctor?, ¿verdad que está muy malo? Pero el Médico, que desde el principio percibió la señal de ayuda del “paciente”, dio terminada la consulta diciendo: Me esperaba algo peor; pero la verdad es que éste señor está más sano y avispado que un mozo del mercado y mi concejo es que deje de fingir y mejor se vaya a tomarse una cervezas, a jugar dominó con sus amigos y si se puede, en lugar de medicinas: le preparen un buen pescado al horno, con una salsita de pepino y un buen mazo de tortillas recién hechas… de la consulta, no me debe nada, con su permiso señora, pasen buena tarde…continuará