Reminiscencias.
Por: José de Victoria.
Decir que el presidente Andrés Manuel López Obrador está creando condiciones para un magnicidio, como lo hemos escuchado de parte de la señora Beatriz Pagés Rebollar, es un despropósito, por decir lo menos; de quién según el sociólogo y analista Julián Atilano considera; una damnificada del chayote, pero que más parece una sobredimensión malintencionada, que ella hace de las expresiones que se vierten en las conferencias mañaneras: convertida en éste sexenio, en arena política, donde diariamente; los enviados del bando de los rudos conservadores, atacan con preguntas que llevan jiribilla al presidente, que como capitán del bando de los técnicos liberales; reacciona con largas y punzantes respuestas.
Más bien refleja la urgente necesidad que tiene la señora Pagés Rebollar por hacerse notar; tal vez con la esperanza de ser tomada en cuenta para una recibir alguna canonjía, que como todos sabemos; es él premio acostumbrado para los intelectuales orgánicos metidos a ‘influencer’; que son como las lluvias fuera de temporada, porque solo perjudican y arman borlote, son pues puras ansias de notoriedad, en un intento más por acaparar los reflectores de la coyuntura, y arrebatar al presidente la agenda política; esperando tal vez que la oligarquía, tan ávida cómo está de recursos, de argumentos, de ocurrencias que le den alguna ventaja en el escenario político, dominado casi totalmente por los aspirantes de Morena a la presidencia.
Son gotas de agua en esa hoguera, dónde se consumen las posibilidades de la oposición de llegar a recuperar el poder, que cada vez parece estar más lejos.
La señora Beatriz Pagés como oradora de la marea rosa, pareció ahogarse, al decir, que se estaba preparando un escenario propicio para un magnicidio; más parecía estar expresando un deseo. Porque según Julio Astillero y otros importantes analistas de la realidad política, la concitan a decir en que basa tan temeraria afirmación, que sin rigor periodístico lanza como anatema para satanizar a Andrés Manuel; sin más a la vista que su odio, se atreve a lanzar ésta calumniosa profecía.
Por otro lado, todos sabemos que arden en deseos; que viven esperando un error, que viven espiando el momento de tener algo que criticar, que les quita el sueño y el aliento el solo pensar que no llegarán a conseguir hacerse nuevamente del poder y que sus ‘suspirantes’ a candidatos, además de ser tan grises; están tan desacreditados, que no levantan expectativas en la opinión pública, cómo no sea provocar la burla y un poco de pena ajena: ver a la señora Xóchitl Gálvez pronunciar en un español coloquial, la simpleza de auto denominarse indígena, cuando ella no habla la lengua otomí; y no es que sea malo vestirse de indígena, siempre y cuando no sea para disfrazarse, engañar y para sacar provecho.
Y ver al rubio Santiago Creel Miranda despotricar con ridículo dramatismo, en medio de esta comedia política dónde él, ya no pasa de ser actor de reparto; porque el director X de la obra: el que detenta el poder del bando de los rudos conservadores; ya no quiere darle el papel estelar, y por eso ahora, nosotros tuvimos la pena de verlo llorar, lo que no supo defender y de paso: oír cómo culpa al presidente, contra quién vocifera, lloriquea y con vos entrecortada por un sollozo endilgarle el infamante calificativo de ‘desgraciado presidente’.
Lo bueno de toda ésta puesta en escena es; que nos revela los secretos de las costumbres del poder, y nos divierte escuchar las burlonas carcajadas de Andrés Manuel, que se divierte de lo lindo, al ver como poco a poco se convierte en realidad su deseo, de que la vida pública: sea cada vez más pública…
