¡El que no los conozca que los compre!
Es escandaloso que mientras la violencia de los temibles grupos de la mafia nos azota:
Los derechistas clasemedieros, comerciantes, prestanombres y factureros se rasgan las vestiduras frente a catedral.
Esos grupos que por décadas se han cebado en la ganancia ilícita que producen la mariguana y la amapola, sustancias que a pesar de estar prohibidas en nuestro país se siguen cultivando; cebados en las utilidades que deja la producción y el trasiego de la coca y los opioides extranjeros en su ruta hacía de los mercados del norte; mercancías que después de 8000 años de consumo humano, aún no pagan impuestos de origen, ni aranceles aduanales en éstas latitudes de mundo.
Mientras estos grupos se nieguen a detener sus enfrentamientos, a detener la “guerra” de Clanes en la que están metidos, por la disputa de un territorio que sienten que es suyo por herencia, y donde ellos dominan abusando de la necesidad de la gente, comprando la pobreza, la ambición y la complicidad.
Debilidades y defectos que son propios de la condición humana, y que al narcotráfico le sirven de esclavas.
Porque el resto de la población se les rinde por temor a sufrir represalias.
Y a los que representan a la autoridad les aplican la ley de “plata o plomo”, que por cierto:
A los políticos del prian les acomoda muy bien, porque en el viejo régimen les sirvió de excusa perfecta para venderle su alma al diablo.
No olvidemos los sexenios de Sánchez Celis, de Toledo Corro y de Malova por citar algunos, donde la confabulación fue del domino público.
Mientras esos grupos tan afamados y tan poderosos, que hasta ahora han sido capaces de sostener, una suerte de un gobierno de facto, paralelo, con frecuencia alternativo y en ocasiones hasta superior a los poderes formales, que en algunas regiones del país superan a las instituciones y que son burdamente consentidos e impunemente tolerados.
Mientras que ellos no resuelvan sus diferencias matándose o por la vía de la tranza, que siempre es posible, o bien; que las fuerzas armadas federales autorizadas en la constitución para el combate y la persecución de los generadores de violencia; logren capturar a sus cabecillas y ponerlos tras las rejas y ejecuten una tarea de limpieza para someter y dispersar a sus ejércitos de sicarios, en el último de los casos; todavía queda el recurso de negociar con ellos, que sin duda es la peor de las opciones; porque significa reconocer que el gobierno ha sido incapaz de derrotarlos, tal y como se ha hecho siempre:
Hasta entonces, no habrá paz social duradera en nuestra ciudad, ni en el país.
De eso es de lo que depende que se acabe o continúe la osadía de los malandrines y las malandrinas, que con que sus fortunas mal habidas, y su desparpajo buchón y fiestero, con sus carrazos y sus alardes ramplones de esplendidez apantalladora con la que seguirán impresionando a nuestras juventudes.
Porque hasta hoy, ha resultado inevitable seguir emparentando con ellos y haciendo vidas sociales juntas, con ellos de invitados o de anfitriones pero juntos.
Seguirán robándose el corazón de las doncellas y de los mancebos más pretenciosos con su derroche seductor.
Frente a suegros que se hacen de la vista gorda cuando acuden a las bodas principescas y a los ruidosos bautizos de nuestros seres más queridos, donde terminamos de compadres y papáninos.
Y así seguirán presentes en todos los aspectos de nuestras vidas.
Estarán presentes en la remodelación de nuestra vivienda, o en la compra de la casa nueva.
Estacionados tapando nuestra cochera, instalados en nuestra casa, a donde se han metido sigilosamente por la puerta principal hasta la cocina, primero con los necesario para auxiliar y mitigar la necesidad y después, descaradamente, ante nuestra complacencia; trayendo los mariscos, las carnes para asar y otros manjares.
Seguirán instalado en la sala en forma de bonitos y muidos sillones.
Sentados en el comedor imitación Luis XV que nos regalaron en el aniversario de bodas; con un gran trinchador, repleto de cristalería de medio pelo y, dos lucidoras botellas de Buchanan y Chivas Reagal.
Su presencia estará en todos los rincones y en todos objetos; en la pantalla de 50 pulgadas, en la serie de primorosos cuadritos que adornan el pasillo que conduce al cuarto de baño debidamente equipado, y en las noches te estará esperando para consentirte, en el mini Split y en el colchón de la recamara King Size y…
En el closet modernista repleto de prendas consentidas, que tú nunca volverás a vestir, pero ellas sí se cansarán de esperarte y se irán en otras manos…
Y así, como se adueñan de tu vida hogareña, también invadirán tus demás actividades y tu trabajo, o tú te meterás en el de ellos, ya sea como empleado o prestanombres, como mandadero, o como cómplice tapadera, que más da; y mientras tanto la sombra de la tragedia seguirá cayendo sobre culpables e inocentes, como una bomba de tiempo cuyo reloj un día se detendrá y la explosión será aterradora, sus ondas expansivas se replicarán una y mil veces y el eco solo se extinguirá en los oídos de los muertos, solo entonces, propios y extraños aprenderemos a no jugar con fuego y a no venderle el alma al diablo a ningún precio.
Después habrá, como las hay ahora, grandes marchas de duelo y de quebranto, cómo la del jueves pasado; que terminó en violencia y manifestaciones de reclamo y reparto de culpas como la de hoy domingo frente a Catedral, de hipócritas con lágrimas de cocodrilo, rasgándose las vestiduras y cubriéndose de ceniza como sepulcros blanqueados.
Ahí donde sobrarán inocentes y faltarán culpables, y por supuesto que en medio de la tragedia, no faltarán los oportunistas que lucran políticamente, alistándose para asaltar el poder, y mudarse nuevamente al barrio de los privilegios y de la alegría.
A esos no les interesa el sufrimiento de la gente y saben pescar en río revuelto.
Esos que le están atizando leña al fuego, le apuestan al barullo y a la confusión, con más ganas de ganancia particular que de justicia para todos.
Son el mismo maridaje entre prianistas y pasistas que odian al gobernador y buscan venganza, y son los mismos mochos hipócritas y conservadores que ahora se asustan del monstruo que engendraron, son los ardidos del gobierno pasado.
Ellos saben que son parte del problema, pero escandalizan y acusan para engatusar.
Son los mismos que en el pasado cohabitaron con la mafia y ahora se presentan como redentores.
¡A otro perro con ese güeso! ¡El que no los conozca que los compre!