Lecturas para un momento 

La lectura te absorbe; atrapado en la exquisita descripción de los paisajes que la serranía ofrece a la vista de los peregrinos, pierdes el aliento.

Qué importa el día del mes, o de la semana; si es un día de suerte: ayer cobraste él destajo y hoy, te encuentras de asueto;  sentado en la mecedora que cuelga del portal interior de tu modesta vivienda; que por pura casualidad se ha quedado sola totalmente para ti, estás relajado, sientes la buena vibra y la quietud del entorno… es el mes de julio, la tarde está tibia y tu garganta un poco seca; piensas que para complementar debidamente el momento; sería ideal beber una oscura y burbujeante cerveza: y sin nadie que te lo impida.

Te decides… te incorporas sin prisa, caminas hasta la cocina, abres él viejo refrigerador, y escudriñas en su interior atiborrado con las compras de ayer, y claro: como nadie más toma en tu casa, ahí están esperando las piernudas, esa dizque artesanales, que ayer te trajiste de ese nuevo alambique que se esconde al otro lado de la isleta; y alargas el brazo sin premura, tomas las más cercana, cierras la puerta del refri…

Muerdes el tapón de corcho de la piernuda y la destapas un jalón; oyes como se produce un rechinido entre el corcho y el vidrio, escupes el tapón y te la empinas haciendo tu cabeza suavemente hacía atrás sobre la nuca, con los ojos cerrados, sientes pasar la  efervescencia refrescando tu paladar y tu garganta; contraes los carrillos saboreando el exquisito amargor del lúpulo y al chasquear la lengua; percibes la suavidad de la malta que permea tus papilas gustativas…

Repites el acto con desenfado; como si estuvieras en la rutina de un catador profesional. Al ir de regreso a la mecedora, sientes una sensación de plenitud y obligado a la vista: sobre e desayunador está el libro de la presentación del pasado jueves, con un poco de desgano; lo tomas con la izquierda porque la derecha está ocupada y te lo llevas, antes de acunarte de nuevo en la mecedora, agotas de un solo trago la piernuda y frotas el envase vacío que es retornable; ya en pleno relax, sintiendo en tu espalda la firmeza del tejido de mimbre de la mecedora:

Observas el título y la foto de la anciana que ilustra la portada de la publicación: se trata de la biografía de Doña Monchi, la madre del escritor Leónidas Alfaro, y tomas nota de que él mismo; es el autor que nos cuenta su historia: te sumerges en la lectura y vas agotando el resto de las piernudas; sin darte cuenta de tu ir y venir a la cocina, ni del abrir y cerrar del refri…

La lectura te absorbe; atrapado en la exquisita descripción de los paisajes, que la serranía ofrece a la vista de los peregrinos y pierdes el aliento, en el subir y bajar los cerros por estrechos caminos, con el riesgo de sufrir un derrumbe, o de caer por el acantilado de un barranco y te estremece pensar en el acecho del puma…

Y ya bajando la sierra de Durango; poco a poco se va perdiendo el olor a monte, y te vuelve el alma al cuerpo cuando escuchas bramar a los becerros y percibes el olor de los cultivos del valle de Culiacán y quedas encantado al internarte entre el caserío de Monte Verde, lugar donde ésta historia es replantada, después de haber sido arrancado de Vasco Gil y de San Juan de Camarones, donde producto del amor de una joven pareja de lugareños, nació Ramona Bedolla; la heroína que da vida a esta historia y que todavía hoy, a sus noventa y ocho años de vida, sigue remando a flote, como lo que es: una soberana que reina sobre el inmenso mar del amor filial que la rodea…

Poco a poco vas comprobando, que tiene razón ese intelectual yucateco llamado Héctor López Palma, cuando afirma: que ésta obra compite con los mejores dramas que se hayan escritor; por su crudo realismo y por la calidad de la narrativa: el autor nos lleva a recordar a los clásicos del arte literario, que nos contaron de la vida rural, de los ricos hacendado, de los caciques, de las diferentes formas de vida, y de las realidades del amor nacido entre los pobres de otros tiempos. Leónidas nos cuenta en uno de los primeros episodios:

Que la protagonista principal, sufre una irritación rojiza en la piel, en la parte del cuello, irritación que empezó con escozor y picazón que fue aumentando, y con el paso de las horas; se le hicieron ronchas y después ámpulas, mismas que al día siguiente, al reventarse, se convirtieron en pequeñas llagas comezonientas…

Que al ser observadas por ‘La Cuca’: una voluntariosa lugareña de Quilá,  que sin ser curandera, tenía conocimientos de herbolaria, y le bastó ver el daño en la piel de Ramoncita; para decir con aires de suficiencia: ay chamaca! onde jue que ti miaron los chinacates?; y sin más tiempo que perder se dio a la tarea de preparar unas yerbas y machacándolas con la mano del metate; hizo con ellas una pomada  que le aplicó a Ramoncita directamente sobre su piel y la cubrió en forma de cataplasma, al tiempo que decía: con ésta tienis, se ti va a quita la comezón y la ‘infeision’, no ocupas más pá sanar muchachas, ora lo veras…  

Murciélagos, palabra de raíces latinas, mus o muris: ‘ratón’ y caeculus o caecus ‘ciego´ ó chinacate, vocablo que proviene del náhualt; tzintli, culo y nacatl, carne: “carne del culo”: como son llamados en ésta región; son los únicos mamíferos voladores, que hasta la actualidad se conocen; aunque siempre han estado asociados al satanismo y al vampirismo; en realidad, la mayoría de su especie se alimenta de insectos, de frutas; higos, mangos, dátiles, plátanos, naranjas y papayos, semillas y bellotas como almendros, y polen de flor:

Pero existen algunos murciélagos que son carroñeros, otros comen pequeños sapos, peces, pájaros y lagartijas; y existen los Desmodus Rotundus que son hematófagos, conocidos como vampiros, pero para nuestra tranquilidad, éstos habitan en las frías regiones de Europa, y en América del Sur; y no les gusta la sangre humana.

Prefieren la sangre de bovinos y equinos, de cuya sangre solo chupan tan pequeñas cantidades cuando duermen, que las victimas ni siquiera despiertan cuando son puncionados por sus pequeños y afilados colmillos, de los que solo hay que temer el contagio de la rabia, que por ahora y gracias a los esfuerzos de las autoridades sanitarias, está casi erradicada; pero su eventual contagio, puede llegar a ser mortal. Habitan en cueva y oquedades, en parajes solitarios de árboles frondosos, en casas abandonadas y en ruinas.

Pero principalmente en las cavernas, donde los hay por miles y de donde salen todas las noches, en grandes parvadas, orientando su vuelo por un intermitente chirridos o silbidos, que al rebotar, le devuelve al alado y ciego mamífero, una imagen sónica que su cerebro capta y descifra de manera instantánea, permitiéndole ejecutar las maniobras pertinentes para no chocar; con tan admirable precisión y oportunidad, que envidiaría el más moderno avión de reconocimiento nocturno.

En pleno vuelo de éste singular mamífero; aparte de oír los chirridos que orientan su radar; es posible observar la luminosidad de sus orines y de sus secreciones fecales; debido a su alto contenido de ácido úrico, fosforo y nitrógeno, que suele servir de fertilizante y también de ingrediente para fabricación de la pólvora; donde habitan; es posible percibir su característico y desagradable olor a almizcle y en contra de ellos solamente es recomendable ahuyentarlos, poniendo mucha naftalina al alcance de su fino olfato, que es insoportable para ellos; que por ser polinizadores: está oficialmente prohibido combatirlos de otra manera.

Pero cómo ésta breve colaboración para revista vida pública, no pretende ser tratado de taxonomía, de botánica y menos de brujería: detente aquí, no entres en el campo de esas ciencias; toda vez que lo que realmente quiero platicar: es qué éste personaje también vivió una extraña y emocionante aventura, en ella los murciélagos, fueron también una suerte de protagonistas que desde el principio, jugaron un rol enigmático y misterioso, por no decir que desde su aparición; fueron una carga inquietante de contenido diabólico y con ellos comienza éste pasaje de su vida que además de ser una experiencia infernal; le prodigo emociones y placeres tan inusitados y enajenantes, que a punto estuvo de desbarrancarse, rompiendo la monotonía de una vida simple y apartarlo para siempre de su habitual vida hogareña. Todo ocurrió así… continuará       

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