Culiacán, Sinaloa, 16 de agosto 2025.
A propósito del debate en torno al quehacer periodístico, sus alcances y límites, algunos lectores han enviado comentarios a este escribiente, todos comedidos, pero con un dejo de reclamo, al gremio, en su conjunto, que tiene explicación.
De manera resumida, las cuestiones centrales son:
El amarillismo, el señalamiento que se escuda en los partes oficiales y con frecuencia afecta a inocentes; el negocio en primer lugar, la búsqueda del “rating” promoviendo muchas veces el morbo, el escándalo y a figuras que no representan valor alguno.
Se ha señalado también la clara militancia política de comentaristas que siguen las directrices de los dueños de los grandes medios; el ataque a los enemigos ideológicos y el silencio ante la información que les puede afectar.
EL DERECHO A LA INFORMACIÓN
En efecto, hay muchas cuestiones que deben ser discutidas abiertamente. Una agenda que ya es hora de aceptar y proceder en consecuencia.
La credibilidad se gana y la prensa tiene esa tarea pendiente en Sinaloa. Y en México todo.
Un poco de historia:
El 6 de octubre de 1977, el entonces presidente de México, José López Portillo, envió al Congreso una iniciativa de Ley sobre Reforma Política en la que introdujo el tema del Derecho a la Información.
Se agregó al Artículo Sexto Constitucional:
“El derecho a la información será garantizado por el Estado”
El 3 de noviembre de 1977 el Senado dictaminó a favor y en diciembre el artículo sexto quedó reformado. El derecho a la información sería, en lo sucesivo, al menos formalmente, garantizado por el Estado.
Era necesario, entonces, trabajar en su regulación legal y reglamentaria.
Se propuso realizar consultas ciudadanas al respecto y en 1979 se iniciaron los trabajos coordinados por la Cámara de Diputados.
Había, no obstante, temores de que mediante su reglamentación se limitara el derecho a la información y de que el hilo se rompiera por lo más delgado:
La prensa más crítica, la independiente y marginal.
UNA CUESTIÓN COMPLEJA
Pero la reglamentación no era fácil y partiendo de que el derecho a la información se concibe como una garantía social, cualquier forma de control podía ponerla en riesgo.
La Asociación de Periodistas de Sinaloa, que era presidida por Don Martín Mendoza, quien fuera connotado columnista, atendió la convocatoria a la consulta y decidió enviar un delegado a Hermosillo, Sonora, donde sería la regional del noroeste de México.
En asamblea se discutió la posición de la APS, se redactó un documento y quien esto escribe fue designado para acudir a la capital sonorense, en noviembre de 1979, donde debatimos con una comisión amplia de diputados federales nuestra opinión institucional.
Posteriormente acudimos a la plenaria nacional, que tuvo lugar en Acapulco, Guerrero, y una vez más logramos que la postura de la APS fuera tomada en cuenta.
Delegados nacionales y prensa extranjera retomaron nuestra ponencia que fue ampliamente comentada, como había sucedido en Sonora.
Don Martín Mendoza se refirió a esa experiencia meses antes de su partida y eso nos hizo recordar tiempos y dinámicas que el periodismo sinaloense debería recuperar.
EN EL TINTERO
-Ayer se reunieron en Alaska, Trump y Putin. Nada más allá de la pasarela infumable que se acostumbra en esos casos. El reparto del mundo sigue en veremos.
-Dice Trump que “México le hace caso” y al margen de lo que puede ser el disparate acostumbrado, es necesario que la respuesta vaya más allá del “aquí manda el pueblo”. Es hora de acciones más claras y definitorias.
-Concentra fuerzas militares el gobierno trumpiano en aguas del Caribe. Que es para protegerse, dicen, en el colmo del cinismo.
-El transporte público en Culiacán (y en todo el estado) deja mucho que desear. Si por ese servicio se nos juzga, nuestra ciudad no pasa de ser un rancho grande, muy lejos de la modernidad a la que se aspira. Los aumentos son injustificados.
– ¿Alguien sabe para qué sirven las jefaturas y equipos de prensa en cuanta dependencia, estatal o federal, hay? –Si de transparencia, respeto al derecho a la información y eficacia en la función se trata, nada qué ver.
– ¿Qué leen, si es que leen, los diputados de aquí y de allá?
–Parece asunto menor. No lo es. (cano.1979@live.com).