Vi la última parte del programa de Radio Universidad titulado “Punto universitario”, que conduce el Sr. Wilfrido Ibarra y en donde el vocero universitario, hace una alocución refiriéndose de manera inusualmente comedida y respetuosa al gobernador Rubén Rocha Moya, para que intervenga con “toda su fuerza moral” en diferendo que existe entre distintas instituciones del estado, como es el Poder Judicial, el Congreso del Estado y la Fiscalía General de Justicia.
El maestro jubilado se esfuerza por ser respetuoso con el mandatario estatal, incluso hablándole de usted, cuando en el pasado reciente sus arengas eran de tú a tú y en tono de agresividad, reclamos e incluso denuestos.
Una labor que Ibarra llevó a cabo por 2 años al menos, en un golpeteo grosero e incesante tanto en la radio como en distintas plataformas digitales.
No tengo ninguna duda, que Wilfrido nunca ha actuado motu proprio o por sus pistolas, sino que ha obedecido a una línea narrativa marcada desde la rectoría y todavía más:
Desde la innegable jefatura que el finado Hector Melesio Cuén ejercía al interior de la UAS.
Todo parece indicar que los últimos acontecimientos que se siguieron a la muerte del también líder del Partido Sinaloense, son la gota que ha derramado el vaso de las precauciones o acaso de los temores que se han despertado en el grupo que contra nuestra máxima casa de estudios, por la intervención directa del Presidente López Obrador, quien a solicitud expresa de Rocha Moya, solicitó la intervención de la Fiscalía General de la República, en los hechos ocurridos en la finca campestre Huertos del Pedregal, y en particular en los posteriores hechos relacionados con el crimen de Héctor Melesio.
Hace meses escribí una nota, señalando que la resistencia de un grupo de universitarios involucrados en distintos procedimientos penales y la renuencia de la nomenclatura para abrirse a la transparencia y a la democracia, iba a terminarse con la intervención de las autoridades del orden federal, porque este orden de gobierno tiene mayores capacidades instrumentales y competencias jurídicas en temas que las instancias locales carecen.
El ámbito competencial federal es infinitamente mayor que el estatal y las materias a tratar mucho más delicadas, tanto financiera, fiscal y penalmente hablando.
Me parece que la primera diligencia materializada en la conducción de la camioneta a las instalaciones de la FGR en Culiacán, en donde supuestamente fue baleado de muerte Cuén Ojeda y que pertenece a Fausto Corrales Rodríguez, hijo del ex rector Antonio Corrales Burgueño, fue la señal inequívoca de que los asuntos en proceso de investigación ministerial y otros asociados a decenas de funcionarios involucrados en presuntos ilícitos adquiriría una dimensión legal y política fuera del alcance de los poderes económicos y políticos de quienes se han obstinado a impedir el saneamiento financiero, ético y moral de la UAS.
Para muestra un botón:
Ante la sujeción a proceso penal por un juzgado local a Hector Melesio Cuén Díaz, la noticia fue recogida por todos los medios nacionales, que ya estaban enterados de que el caso principal y sus derivados, se iba a procesar en el ámbito federal.
Todos los periódicos nacionales recogieron la nota y otras historias derivadas del conflicto y de los excesos de los funcionarios universitarios, cuando sólo hace unas cuantas semanas las notas no salían de nuestro estado, lo que no le hacía ninguna mella a los investigados y procesados, e incluso montaban campañas de burla en contra de las autoridades locales.
Imagino que ante la envergadura que el asunto ha tomado y su dimensión federal, la familia y los más cercanos al maestro Cuén, han decidido quitarse los guantes ante un pleito que por donde se le vea, lo tienen perdido.
Las competencias de la Unidad de Inteligencia Financiera, el Sistema de Administración Tributaria y la Fiscalía General de la República amedrentan en cualquier época al más beligerante de los actores o litigantes políticos.
Lo lamentable es que se llega a estas instancias producto del asesinato de Hector Melesio y la información postmorten que ha circulado por todo el ecosistema mediático nacional e internacional, que ha revelado una historia desconocida para todos los sinaloenses y de suyo comprometedora.
Como dicen en los ranchos de Sinaloa:
Se fue el horcón de en medio y la estructura política y financiera se derrumbó.
Nuevos vientos deben soplar en nuestro máximo activo social.
Por el bien de Sinaloa que así sea y que cerremos este ominoso capítulo de una vez por todas, que nada, nada, es para siempre.