AUSTERIDAD REPUBLICANA Y CERO CORRUPCIÓN: GARANTIZAN DESARROLLO Y PROSPERIDAD.
“Los ricos pagan menos impuestos” más que una simple frase de impotencia; es un clamor frecuente que manifiesta la inconformidad social, es una crítica muy ácida; previa al planteamiento desesperado de reforma a los sistemas tributarios, y a las estructuras fiscales y económicas de muchos países.
El argumento sostiene que debido a las lagunas fiscales, a las leyes impositivas y a la planificación financiera agresiva; las personas con mayores ingresos y los grandes patrimonios, a menudo pagan una menor proporción de sus ingresos en impuestos, en comparación con los ciudadanos de las clases medias o bajas.
Esto se debe a que los ricos tienen acceso a estrategias legales para reducir su carga fiscal.
Los ricos tienen a su alcance el uso de paraísos fiscales y la deducción de ciertos gastos o, la inversión en activos que se benefician de impuestos más bajos.
Además, en muchos sistemas fiscales, las tasas impositivas para las ganancias de capital como las inversiones en acciones o propiedades, son más bajas que las tasas sobre el producto del trabajo.
Esta situación ha generado debates sobre la inequidad de los sistemas fiscales, ya que se argumenta que los ricos deberían contribuir más para financiar los servicios públicos y reducir las desigualdades económicas; pero sobre todo para financiar el desarrollo, en materia de investigación científica y tecnológica que permita a las naciones marchar al parejo de los avances industriales, y competir en ámbito intencional.
Es costumbre empresarial arraigada y de las grandes fortunas, emplear asesores fiscales expertos, que siempre encuentran maneras y resquicios legales para minimizar la cantidad de impuestos que deben pagar.
Entre estas estrategias figuran el uso de deducciones, exenciones fiscales y la creación de estructuras corporativas complejas y consorcios que les permiten trasladar ingresos a jurisdicciones con impuestos más bajos.
Esto crea una desigualdad entre los ciudadanos de clase alta y los de clase media o baja, quienes no tienen acceso a las mismas herramientas fiscales y se ven obligados a pagar sin atenuantes los impuestos más altos sobre sus utilidades o ingresos laborales.
Por otro lado, cuando algunas reformas fiscales han intentado abordar estas desigualdades, siempre se enfrentan a la oposición de las élites económicas y políticas que defienden a capa y espada que un sistema fiscal progresivo pueda desalentar la inversión y la creación de empleo.
Sin embargo, los críticos de este modelo, afirman que los ricos tienen una responsabilidad social mayor, debido a que son los que más beneficios obtienen de los sistemas económicos y los que más aprovechan las infraestructuras públicas para amasar grandes capitales, que vistos tal cual:
Son el producto del trabajo acumulado de obreros y trabajadores.
En resumen, el fenómeno de que “los ricos pagan menos impuestos”, subraya una de las principales críticas hacia las estructuras fiscales actuales, donde las personas con mayor riqueza, tienden a pagar una proporción menor de sus ingresos en impuestos, en comparación con las clases medias y bajas.
Este desajuste contribuye a la cada vez más creciente desigualdad económica y a la percepción generalizada de que los modelos económicos y los sistemas fiscales del mundo actual:
No son lo suficientemente justos ni equitativos.