CIUDADANÍA I

La enseñanza de la filosofía para niños es un medio efectivo para formar ciudadanos conscientes y responsables.
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Por Laura Verdugo y Maximiliano Grego

EL CUIDADO: PRINCIPIO DE LA EXISTENCIA Y DE LA COMUNIDAD

Amables lectores, la columna Cuidadanía está dedicada al cultivo de uno de los principios esenciales del ser del que nace la civilidad: el cuidado, base del bien común.

El principio del cuidado es preontológico, es decir, su origen se encuentra en la naturaleza.

En el mito romano de Cura, la diosa personifica el cuidado y la protección tanto de nosotros mismos como del mundo que nos rodea, recordándonos que, incluso antes de construir nuestra identidad, llevamos intrínsecamente un impulso natural hacia el cuidado.

Heidegger enfatiza que el ser humano es un “ser que cuida”, constantemente preocupado por su existencia y su entorno.

La noción de amor mundi de Hannah Arendt amplía esta comprensión, invitándonos a un compromiso activo con la realidad del mundo y sus habitantes, no como un simple anhelo, sino como responsabilidad de involucrarse profundamente en el cuidado y la preservación del entorno natural y social.

El cuidado como característica esencial y universal de la experiencia humana, proporciona una base sólida para construir bienestar individual y colectivo.

En este espacio también abrevaremos sobre los valores comunitarios e individuales de nuestras culturas originarias.

Para asegurar que esta visión se materialice, es fundamental inculcar estos valores desde la infancia.

La enseñanza de la filosofía para niños es un medio efectivo para formar ciudadanos conscientes y responsables, capaces de promover el cambio necesario para preservar y fomentar un mundo donde se valoren y protejan la pluralidad y la diversidad.

En este contexto, el fomento del pensamiento crítico y creativo, la reflexión sobre cuestiones éticas, la práctica de valores democráticos, la exploración y comprensión de las emociones, el desarrollo de diversas inteligencias y el cultivo de procesos cognitivos y metacognitivos son esenciales.

Al integrar estos valores y prácticas el amor mundi se convierte en una realidad tangible, guiando a las presentes y futuras generaciones hacia un compromiso activo con la preservación y mejora del mundo que nos rodea y al respeto incondicional por la alteridad.

Bibliografía: Arendt, H. (2016). La condición humana, Paidós, Ciudad de México. Arendt, H. (2001).

El concepto de amor en San Agustín, Ediciones Encuentro, Madrid. Gaos, J. (2017). “Introducción”, El ser y el tiempo, de Martin Heidegger, Fondo de Cultura Económica, México. Hernández Vaca, Jerónimo. “La administración comunitaria del pueblo azteca”, https://www.scielo.org.mx/pdf/ep/n6/0185-1616-ep-06-113.pdf, obtenido el 2 de junio de 2024.

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