DE EL PORQUÉ DEL VOTO MASIVO A TODOS LOS CANDIDATOS DE MORENA

Mucho se dice que el voto masivo dará un triunfo inobjetable a la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo; y no lo dudo ni tantito. 
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Dedico estas líneas a los jóvenes y a los ya no tanto, que por su edad o por todavía no haber nacido, tuvieron la suerte de no ser testigos de las falsas promesas de los candidatos y, ya después de electos, de los incumplimientos, de los robos al erario, despojos a campesinos y particulares; así como a miles, incluso, sufrir la opresión, los oprobios y la represión de los regímenes del PRI, a partir del final del gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas del Rio, y después del PRIAN, hasta no llegar a la Presidencia de la República el licenciado Andrés Manuel López Obrador, (AMLO).

Así también a los desmemoriados e indecisos. 

Mucho se dice que el voto masivo dará un triunfo inobjetable a la Dra. Claudia Sheimbaum Pardo; y no lo dudo ni tantito. 

Pero se me hace extraño que ni Mario Delgado, Presidente; ni Citlalli Hernández, Secretaria; ni Alejandro Peña, Secretario de Organización ni…

¡Vamos! Ninguna ni ninguno de los 300 Consejeros Nacionales que conforman el Comité Ejecutivo Nacional de Morena se tomen el trabajo de explicar el por qué, en las próximas elecciones, el voto masivo debería ser también, para cada uno de los candidatos de MORENA que aparezcan en las boletas electorales. 

¿A qué se debe tal omisión o apatía?

¿Será que temen que la oposición los acuse de intentar regresar al pasado, cuando el PRI arrasaba con el llamado “carro completo”, al grado de que en las elecciones de 1976, el único nombre que apareció en las boletas para presidente fue el de José López Portillo? 

A consecuencia de este hecho, las voces nacionales e internacionales comenzaron a hablar de que en México había una dictadura de partido, al grado de que, en 1977, el mismo López Portillo promovió, a través de Jesús Reyes Heroles, entonces Secretario de Gobernación, una reforma electoral que dio lugar a la creación de los 100 primeros diputados plurinominales, con el pretexto de que las minorías también deberían tener representación popular.

(Como si les hiciera falta).

La pantomima, o como se llama ahora, montaje, al poco tiempo permitió 200,  y poco después 300 pluris. En 1996, se permitió que de los 128 senadores de la república 32 sean plurinominales. 

Estas reformas, nos hicieron creer a los que de plano estábamos en contra del régimen autoritario y represivo del PRI, que se creaba la esperanza de que, por primera vez, los políticos en el poder contuvieran sus ansías de craso enriquecimiento a través de la corrupción, y que el dinero del erario, es decir, el dinero del pueblo, se invirtiera en crear oportunidades para que, con su trabajo y esfuerzo, los más desposeídos pudieran, aunque paulatinamente, salir de su estado de miseria. 

Pero pronto comenzamos a darnos cuenta de que, con plurinominales o no, la pudrición, sinónimo de corrupción, seguía igual o peor, cuando Carlos Salinas de Gortari, en las elecciones de 1988, llegó a la presidencia mediante un aberrante fraude, que levantó el clamor popular tanto del PRD como del PAN, pues ambos partidos y sus seguidores insistieron en que habían ganado sus respectivos candidatos:

Cuauhtémoc Cárdenas del primero, y Manuel Clouthier del segundo. 

La duda se disipó cuando, oh sorpresa, el mismísimo Diego Fernández de Cevallos, entonces coordinador de la bancada de diputados del PAN, desde la tribuna pidió que se destruyeran las boletas y, después, palabras más palabras menos, personalmente presencio la quema de las boletas, según se comentó en aquel tiempo y, recientemente, el actual Director General de la CFE, Manuel Bartlett, ratificó personalmente el hecho; en entrevista que le hicieron Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado del programa Los Periodistas de sin embargo. 

Además, el mismo funcionario agregó que la famosa “caída del sistema” fue invención del mismo Fernández de Cevallos. 

Se puede decir que tal aberración fue el punto de partida en que PRI y PAN comenzaron a gobernar juntos.

Sin embargo, la manipulación de los medios impresos, la radio y la televisión, fue tan abrumadora, que millones de mexicanos no nos dimos cuenta de tal contubernio, y, no obstante que la privatización galopante prosiguió con el bolerito Ernesto Zedillo, actividad antipatriótica que muchos aprobaban, con el pretexto de que cuando las empresas eran del gobierno, desde las muy grandes hasta pizzerías y teiboldans, (pues hasta negocios de este tipo privatizaron), cometían fraudes e injusticias de todo tipo, no había autoridad superior ante la cual quejarse.

En cambio, se argumentaba que, siendo de particulares, los agraviados, podrían entonces acudir a las autoridades gubernamentales para que se hiciera justicia.

(Los que quieran, al leer esto. Tienen todo el derecho de reírse a carcajadas). 

Pero el gobierno de Zedillo fue tan desastroso, que cuando Vicente Fox, comenzó a desgañitarse gritándole a los del PRI y el PRD sus verdades, poniéndoseles al tú por tú con sus candidatos, Labastida Ochoa y Cuauhtémoc Cárdenas, a la vez que prometía que con él si se produciría el anhelado cambio, muchos, la mayoría, volvieron a creer y así fue cuando por primera vez, el PRI fue derrotado y millares salieron a las calles de toda la república a festejarlo. 

Y aunque no obstante la decepción causada por su frivolidad y su cínico desprecio a las causas más acuciantes del pueblo, fue mayúscula; al menos sirvió para que la mayoría ciudadana abriera los ojos y se diera cuenta de que el único cambio fue la demostración palpable de que el PRI y el PAN eran, y siguen siendo, cueros de la misma cabra. 

Entonces, despreciando el temor propalado por los medios, de que si López Obrador llegaba a la presidencia convertiría a México en otra Cuba u otra Venezuela, la mayoría ciudadana salió a votar por López Obrador en las elecciones de julio de 2006, de las cuales, hechos como el que el INE no diera a conocer los resultados del conteo rápido, y que tampoco aceptara que se realizara de nuevo un conteo de voto por voto y casilla por casilla, amañándose para realizar un nuevo conteo a la conveniencia del gobierno en el poder, hizo crecer la creencia de la existencia de fraude. 

Sin embargo, el entonces IFE, sin vergüenza alguna, declaró vencedor a Felipe Calderón por la mínima diferencia del 0.56 por ciento. Y eso bastó para que el fraude se consumara. 

Ahora nos encontramos que, si bien es casi imposible que por medio del fraude la candidata de la oposición gane la presidencia; existe el hecho de que el conservadurismo no solo nacional sino también el internacional, está realizando una gigantesca y calumniosa campaña a favor de Xóchitl Gálvez, quien por sí sola ha demostrado que no tiene un mínimo de capacidad intelectual para ocupar la Presidencia de la República y, de esto, todo el mundo, literalmente, se ha dado cuenta.

Entonces ¿por qué tanto apremio del conservadurismo por apoyarla, al grado de que una mujer de la nobleza española, la marquesa Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, no tuvo empacho de viajar a México para denostar la obra de AMLO?

¿A qué se debe tan enconada injerencia? 

El 21 de febrero de 1848, por primera vez se publicó, escrito por Marx y Engels, el llamado comúnmente Manifiesto Comunista, cuyo preámbulo comenzaba con la frase “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo” 

Bueno, pues en la actualidad un fantasma recorre, no solo Europa, sino todo el mundo: El fantasma del HUMANISMO MEXICANO, cuyo autor es Andrés Manuel López Obrador.

Y no se trata de una teoría impresa en un libelo.

Se trata de que, con hechos comprobados a la vista de todos se puede lograr que:

En menos de seis años, López Obrador ha demostrado que, si una administración gubernamental maneja el dinero del pueblo con honestidad, austeridad e inteligencia, no solo se puede rescatar a un país en bancarrota, agravada por la terrible pandemia que asoló al mundo, sino también construir grandes e innumerables obras de infraestructura, sin endeudar más al país. 

O, dicho en pocas palabras, convertir a México en paradigma de cómo crear una economía fuerte, que abate la pobreza, reduce la deuda exterior, y, prácticamente, disminuye el desempleo a rangos históricos. 

Y esto, de manera pacífica, sin enemistarse con el capitalismo ni con cualquier otro país cuyo pueblo sea de diferente ideología. 

Y claro, muchos de los ciudadanos de la mayoría de los países del mundo, incluso aquellos que, sin tener grandes riquezas, están convencidos de vivir muy bien, se están preguntando que tanto podrían mejorar sus vidas si no tuvieran que pagar los lujos y extravagancias de sus gobernantes, y, ¿por qué no decirlo? de su realeza. 

Por supuesto, queda mucho por hacer. Por supuesto que se han dado casos de traidores que se han atrevido a robar el dinero del pueblo.

Por supuesto que todavía existen en sus puestos antigüos burócratas acostumbrados a tratar con desprecio a los humildes que tenían que acercarse a ellos para tramitar algún permiso o cualquier otro asunto, y que solo se los resolvían con la clásica mordida. 

Y por supuesto que todavía falta por resolver por completo, (que se ha avanzado bastante), los problemas de salud e inseguridad. 

Sobre esto último, los detractores de AMLO le reclaman, le exigen que ya deje de echarle la culpa a los regímenes anteriores, pero: 

¿Acaso se le echa la culpa al médico que descubre un cáncer en estado avanzado y se ve obligado a informar a su paciente que le quedan pocos meses de vida?

Estúpido sería aquél, que respondiera a su doctor, que no le echara la culpa al pasado y que tiene la obligación de pensar solo en el presente para salvarle la vida. 

AMLO llegó a la presidencia y se enfrentó a un México al borde del abismo; situación que el mimo ha confesado que se sorprendió al constatar el grado de desastre que sufría nuestro país. 

Esa realidad, además de la pandemia, que comprensiblemente tuvo que influir, para que él no lograra por completo hacer realidad el sueño, casi utopía, de transformar al país en solo seis años,para bien de todos los mexicanos, incluidos los que lo odian y ofenden. 

Mas ¿quién sabe? todavía le quedan 360 días en el poder, casi un año, dado que trabaja 16 horas diarias, incluyendo los domingos.

Por todo esto, a nosotros, los mexicanos, solo nos quedan dos alternativas: 

Votar por Claudia Sheinbaum Pardo y todos los candidatos de MORENA para que continúe la 4T e incluso se mejore… 

O regresar al pasado, verdadera fábrica de multimillonarios a costa de los pobres del país, entre los cuales se cuentan incluso los que se creen ricos. 

Pasado del cual aquí he descrito solo algunas de las villanías de los políticos en el poder, de ese entonces. 

Y a los que todavía siguen creyendo que es necesario el llamado “contrapeso” para que el que ocupe la jefatura del ejecutivo no se convierta en un dictador… 

O en la boleta aparezca por MORENA un chapulín proveniente del PAN o del PRI…

Tengan presente que entre las iniciativas de reformas de AMLO se cuentan con las de REVOCACION DEL PODER Y LA NO REELECCIÓN EN TODOS LOS NIVELES DE GOBIERNO. 

Solo así, votando en masa por todos los candidatos de MORENA, se hará realidad el apotegma de que “el pueblo pone y el pueblo quita” 

Ustedes deciden

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