Sin duda, una de las constantes de cada ciudad visitada en este viaje es la búsqueda o afán de cada una de ellas por distinguirse de las otras ciudades.
Esa competencia que hunde sus orígenes en la antigüedad misma y me hace recordar la lucha entre ciudades griegas por tener el templo o escultura más bello, se trasmitió con los siglos. ¡Tener la mejor muralla, el mejor templo, el mejor palacio, el mejor parque!; en fin.
Es curioso observar que no precisamente en tiempos de paz se lograron crear esas maravillas, más obedece a liderazgos de estadistas y orgullo de sus habitantes.
La Lonja de Valencia; uno de los mejores edificios del gótico civil europeo, su Catedral y su potente y luminoso cimborrio de alabastro; con su magnífica fachada de un barroco borrominesco, con reliquias entre las que destaca el Santo Cáliz, el Grial que según la tradición Jesús utilizó en la Última Cena, entre otras muchas; así como el brazo incorrupto de San Vicente Mártir.
Enmudecemos ante la belleza de la torre campanario de Santa Catalina, joya del barroco.
Las Torres de Serranos del siglo XIV y XV magnífico exponente de la arquitectura gótica y vestigio de su potente muralla; que decir de la parroquia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir también llamada la “capilla sixtina valenciana” por su excelsa decoración barroca en una estructura gótica del siglo XV.
La fuente al río Turia que evoca la secular simbiosis entre Valencia y el agua; el gigante recostado es la personalización del Turia y las ocho figuras femeninas que lo rodean simbolizan los afluentes origen del Turia.
De los tiempos actuales el Jardín de Turia en el antiguo cauce del río y es uno de los jardines urbanos más visitados de Europa que con el proyecto original de ser eje de comunicaciones y autopistas fue resultado de un movimiento ciudadano que reclamó al grito de que “el cauce del Turia lo queremos verde”.
Coronado este hermoso parque con “La Ciudad de las Artes y las Ciencias” del arquitecto valenciano Santiago Calatrava que pone de manifiesto las altas miras y creatividad de una sociedad que decide trascender.
Cada ciudad, cada rincón buscando dejar huella de su paso por este mundo. Y por momentos aparece el Síndrome de Stendhal o síndrome del viajero síntomas provocados por la contemplación de tan sublimes obras artísticas