Las implicaciones de la dicotomía público-privado

La desaparición del espacio público y su peligro de extinción coincide con la llegada del modelo económico neoliberal.
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Sinaloa Seguridad Alimentaria

Muchos analistas y expertos aseguran que la discusión “izquierda vs derecha” está obsoleta. Entre propios y extraños uno puede confirmar esta noción que se viene asentando poco a poco en la arena política.

En un video, el analista Diego Ruzzarin plantea que sería más adecuado convertir la discusión en un “público vs privado”.

Tiene razón, abordar la dualidad izquierda vs derecha es impreciso ya que dentro de esos mismos dos espectros existen subdivisiones, jerarquizaciones e incluso conflictos internos.

Es atinada la visión de Ruzzarin porque es un hecho comprobable. Tenemos décadas migrando de los espacios públicos a los privados.

Hemos sido testigos de cómo la charla en la banca callejera transmutó a una cafetería aledaña, de cómo el parque ecológico que era una reserva natural se transformó en un estadio (Estadio BBVA de Rayados), de cómo una antigua calle se convirtió en un rascacielos (Torre Mitikah en Coyoacán, CDMX), de cómo una antigua casona ahora es un gris y acalorado estacionamiento (varios casos en el centro de Culiacán, Sinaloa). Ejemplos sobran.

Somos testigos de cómo los países occidentales han estado promoviendo por los últimos 30 años la proliferación de los famosos “malls” muy recurrentes en, por ejemplo, Estados Unidos. Y aquí en México hemos estado replicando este modelo urbano casi por el mismo tiempo que el vecino del Norte.

Coincidencia o no, la desaparición del espacio público y su estado de peligro de extinción coincide con la llegada-establecimiento del modelo económico neoliberal, el cual, sintetizado muy llanamente, prioriza lo privado sobre lo público.

Uno se asoma a una plaza comercial y puede constatar el tinte evidentemente mercadológico que tienen esos sitios creados para potenciar el hiperconsumo (Zygmunt Bauman).

Los espacios privados, muy a menudo, hacen eco de una muy superficial exclusividad, que es un realidad un método de exclusión.

Ejemplos sobran, basta con echar un vistazo a la zona de Polanco en la Ciudad de México, en donde la gran mayoría de los centros nocturnos (antros) promueven sus negocios a partir de este concepto.

En cambio, en un espacio público, cualquier persona puede estar y pasar cuanto tiempo quiera. La diferencia entre uno y otro, básicamente, es que en uno todos entran y en el otro solamente unos cuantos.

Los espacios privados son lugares donde se les da preferencia a personas de cierto estatus socioeconómico, limitando la convivencia a este segmento, lo que cohibe la diversidad.

A su vez, en los espacios públicos, personas de diferentes estratos socioeconómicos son libres de coexistir y convivir sin el filtro imperativo del consumo que es una realidad en los privados.

¿Hay consumo en los espacios públicos? claro que sí lo puede haber, pero no están sujetos a una lógica mercantilista, es decir, no hay “tentaciones” para que uno consuma; todo proviene de la voluntad de uno mismo, pues.

Por ejemplo, en un picnic cada quien aporta lo que quiere, según sus necesidades (hambre y sed) hay una dinámica de cooperación: alguien lleva el mantel, otro lleva los vasos desechables, otra los recipientes, otro los tupes, otra las bebidas, etc. Es una dinámica que no se ve en los espacios privados donde lo que prima es la libertad individual, el derecho a la propiedad privada y lo estrictamente material.

La discusión sobre este tema debería de estar en boca de todos por el hecho de que atañe nuestros derechos humanos. Un punto de referencia podría ser, por ejemplo, el de un indigente que vive en una banca.

Lo paradójico aquí es que, los defensores de los espacios privados serían los primeros en retirarle de su vivienda temporal. Digo paradójico porque bajo el concepto neoclásico de los derechos innatos y naturales de propiedad quitarlo iría un poco en contra de ese dogma.

Que este escrito sirva para concientizar qué tanto como sociedad nos hemos estado rindiendo a la lógica del mercado en lo que refiere a los espacios privados y la afectación que hace a los ciudadanos de a pie, que este texto sirva para, por lo menos, tratar de reconfigurar los espacios urbanos para que incluyan los derechos de todos y no solo los de una minoría.

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