¿Sin maíz no hay país? Primera parte

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Sinaloa Seguridad Alimentaria

Primera parte

Por: Ricardo Espinosa de los Monteros Zazueta.

México es un país semidesértico en dos terceras partes de su territorio (árido américa) el sur tropical es abundante en agua pero poco productivo para la producción de cereales. El altiplano central es rocoso y accidentado, poco propicio para una agricultura comercial y se practica una agricultura de temporal de subsistencia. Sinaloa es un enclave privilegiado en la producción de maíz y hortalizas, nuestro sistema hídrico (presas) nos otorgan una ventaja competitiva por encima del resto del país.

Hay agricultores sinaloenses altamente tecnificados que compiten con los grandes productores del denominado “Corn Belt” una región del medio oeste de los Estados Unidos (Iowa, Illinois, Minnesota, Nebraska, Indiana), que es la mayor productora de maíz en ese país, especialmente para el ganado, aves de corral y cerdos, la región es una tierra relativamente plana, suelos fértiles y profundos, altos en materia orgánica (Wikipedia).

Los gringos producen casi 300 millones de toneladas de maíz y es el primer productor en el mundo. Decenas de miles unidades agrícolas en EUA están articuladas en un modelo de granja con diversas actividades agrícolas, ganaderas y fruticolas; lo que no sucede en México y pone al agricultor local en una clara desventaja, dependiendo únicamente del maíz como fuente de ingresos.

El año pasado México produjo 27 millones de toneladas de maíz, pero nuestras necesidades entre maíz blanco para consumo humano y maíz para forraje es de 44 millones de toneladas, por lo que importamos 17 millones para cubrir nuestra demanda. Sinaloa produce anualmente 6 millones de toneladas, casi el 25 por ciento de la producción nacional, colocándose como líder doméstico en este producto básico.

Distintos grupos de interés preocupados por la debilidad estructural de nuestra agricultura (descapitalizacion histórica) han una acuñado una frase que se ha convertido en un mantra: “Sin maíz no hay país. A mi la frase me parece hiperbólica, exagerada, por que propone una “verdad absoluta”, con la que no concuerdo plenamente. Es como si los japoneses se la plantearan en el mismo sentido pero en referencia al arroz que es el insumo nacional alimenticio por excelencia, como el maíz lo es para los mexicanos.

Por su puesto que en respeto a nuestras tradiciones culturales (gastronómicas) e identitarias, el maíz es un producto articulador y simbólico de nuestras tradiciones que debemos de preservar, pero no es inteligente poner todos los huevos en una sola canasta. Por eso es falsa y engañosa la consigna. Los japoneses no son autosuficientes en la producción de arroz y no por ello se desgarran las vestiduras con “falsos absolutos”. Los japoneses saben que lo que tienen que hacer es fomentar una poderosa economía con una estructura fiscal que les de el dinero suficiente, no solo para comprar el arroz que necesitan de Vietnam o Tailandia, sino los recursos para subsidiar a sus agricultores tal y como ocurre en los Estados Unidos.

El PIB japonés es de 4,941 billones de dólares. El de EEUU es de 23,320 billones, y el de México 1, 415 billones de la misma divisa. Los gringos con motivo de la pandemia en el 2020 invirtieron en sus agricultores 19 mil millones de dólares, con apoyos a fondo perdido de 250 mil dólares por agricultor y si la unidad se trabajaba en pareja la cifra alcanzaba hasta 500 mil dólares. Como se ve, no son las declaraciones demagógicas las que mueven el desarrollo, sino la razón inteligente que guíe al pensamiento colectivo para el enriquecimiento patrimonial y cultural de México, porque sin dinero, ahí sí, no hay y ni habrá país. La revolución no es agrícola. La verdadera revolución es de carácter fiscal.

Sinaloa vive el embate de oportunistas y demagogos que con el pretexto de una lucha justa por precios de garantía han tomado instalaciones estratégicas (PEMEX) en perjuicio de la población en general. La lucha no es contra el gobierno, la pelea debe de enfocarse contra los oligarcas. He ahí el quid del asunto. Lo abordaremos en nuestra próxima entrega. Hasta entonces.

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