Revive el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y los aranceles vuelven a la congeladora.
Se han conjurado por el momento los malos augurios y los agoreros del desastre una vez más se han quedado vestidos y alborotados.
Tras varios días de máxima tensión, bajo la amenaza de la política arancelaria de los Estados Unidos y su presidente Donald Trump, que consiste en aplicar el cobro del 25% al valor de todas las importaciones.
Esto significa el retorno a la barbarie del proteccionismo comercial, y asestarle de entrada, un cañonazo desproporcionado a la columna vertebral de las economías de las naciones que concurren a sus mercados, incluidos los países que son sus socios comerciales.
Los mexicanos aplaudimos el resultado que tuvo la conferencia entre el presidente de los EUA y la presidenta de México el día de hoy seis marzo, porque los aranceles quedan remitidos a la consideración de los aranceles recíprocos del 2 de abril, fecha en que serán revisadas las tarifas reciprocas, que es la parte central del T-MEC.
Tratado que esperamos sea refrendado, en virtud de todos los esfuerzos hechos por México y de los logros obtenidos en materia de contención migratoria y de seguridad, logrando disminuir considerablemente el trasiego de drogas hacia los Estados Unidos; para que podamos seguir exportando e importando sin aranceles.
No es menor el logro obtenido por la presidenta Claudia Sheinbaum al conjurar ese peligro por la vía diplomática; a cambio de tener que verse en la desventajosa obligación de medir fuerzas con el Imperio y bajo la amenaza arancelaria que equivaldría a una virtual declaración de guerra.
Sin embargo, ante la situación de crispación política imperante en el mundo, y de que hoy se encuentra en los umbrales de una virtual guerra comercial, en la cual los aranceles serán los misiles más destructores, y considerando la personalidad voluble, fascista y atrabiliaria de Donald Trump, el personaje que despacha en la Oficina Oval de la Casa Blanca, que, a menos de transcurrir sus primeros cien días de gobierno, se ha convertido en el peor villano, que tiene al mundo al borde del colapso:
Nuestro país y la estadista que nos gobierna, en un acto sin precedentes en la historia del mundo; debe pactar con todos los sectores productivos de México para fortalecer el mercado interno; aceptando las recetas de algunos economistas mexicanos que ante la crisis recomiendan:
No detener la producción de ninguna de las divisiones de la actividad económica; tales como la que se dedica a la extracción de las materias primas; las industriales y manufactureras, o las que se dedican a la prestación de los servicios, que por cierto contribuyen con alrededor del 58% del producto interno bruto nacional y generan el 62.9% de los empleos formales del país.
Elevar los salarios de manera sustancial, para aumentar de manera exponencial la capacidad adquisitiva de los trabajadores y sus familias, generando con ello el retorno del circulante, aumentado con utilidades al comercio y a la industria.
Otorgar un trato de calidad a los obreros de las cadenas industriales y a los empleados de las cadenas de distribución comercial; darle un trato preferencial a los productores del campo y de la industria alimentaria; apoyar con recursos a los sectores adicionales que concurren a fortalecer la economía desde las profesiones y los oficios independientes.
Incorporando al comercio informal a cambio de darles toda clase de facilidades; motivar a la burocracia con bonos al desempeño; y satisfacer el mercado interno sin dejar de buscar el intercambio comercial con los mercados internacionales para no aislarnos, para competir en ellos y poder exportar los excedentes de la industria mexicana.
Sin olvidarnos durante el tiempo que nos lleve el proceso de revolucionar la economía nacional:
Que para liberar a México de las presiones del imperio norteamericano, se requiere, aparte de fortalecer el mercado interno, visión de estado permanente, unidad nacional, entrega abnegada y amor a la patria, que son los fundamentos indispensable para construir el gran sueño mexicano.