En México y en el mundo, existe un mito llamado Periodismo Independiente. Y es que por más que una persona no esté directamente relacionada o contratada con un medio de comunicación, siempre existirán intereses de por medio: económicos, personales, públicos, privados.
Es decir, el periodismo independiente, sobretodo en México, es un mito. Consulte usted los datos de publicidad oficial por parte del gobierno y sorpréndase de su injerencia en distintos medios: de “izquierda”, de “derecha” o de “centro” sin importar filosofías políticas, el estado siempre encuentra formas de colarse en la línea editorial de un medio.
Está el ejemplo concreto de La Jornada. Un medio supuestamente alineado a los valores de la izquierda mexicana: visibilizar y representar a las minorías, promover los derechos de los trabajadores, agenda crítica con el capitalismo neoliberal, etc.
No hay que ir más lejos, este diario es el más beneficiado de publicidad oficial durante la Administración del Presidente López Obrador y si revisamos un poco más, se darían cuenta que Carmen Lira Saade, directora general de LJ, es madrina de Andrés “Andy” López Beltrán, hermano de Gonzalo.
Es un cambio radical para el diario ubicado en Coyoacán, pues en la Administración de Peña Nieto ni siquiera rankeaba entre los primeros 7 medios que más recibían Publicidad Gubernamental.
Con un tiraje de apenas 105 mil ejemplares al día y sin tener circulación nacional, en 2018 La Jornada recibió 95,9 millones de pesos del gobierno de Peña Nieto. Para 2019, en el primer año de gobierno de AMLO, el periódico recibió más del doble, 251,6 millones de pesos, prácticamente obtuvo los mismos recursos que los medios de comunicación masiva Televisa y TV Azteca.
La publicidad oficial, si bien no es una censura directa, sí se podría decir que funciona de manera indirecta. Funciona como mecanismo de coacción para empujar la línea editoral para un lado o para otro, en este caso se aprecia como esta es abiertamente pro-gobierno.
Sin embargo, el asunto también puede funcionar al revés. Tomemos el caso de Reforma, un medio de comunicación que, para mi gusto, entraría en el espectro de la centro-derecha liberal mexicana, por lo menos en este momento.
Encabezados con medias verdades y columnistas que difunden mentiras en sus artículos. Claro está que no se generaliza, pero echando un poco el ojo, uno se da cuenta de la línea editorial marcadísima. Algo parecido al grupo Letras Libres encabezado por Enrique Krauze, grupo asociado a las elites mexicanas y a promover ideas meritocraticas.
Hay de todo en la villa del señor. Dentro del mismo gobierno obradorista hay personajes que aunque no sean periodistas como tal, hacen las veces de ello.
Para muestra está Ana Elizabeth García Vilchis, quien es la encargada de la sección “Quién es quién en las mentiras” de La Mañanera, cuyo objetivo es desenmascarar las supuestas fake news que distintos medios difunden. Habrá que ver cada caso particular. A lo que se va es que desde ambos espectros (estado y medios) se forman intentos para moldear la opinión pública para un sesgo o para otro.
Esto no es un asunto de apoyar o al gobierno o a los medios. Este artículo no pretende posicionarse de un lado o del otro, lo que se intenta es consolidar la hipotesis inicial: el periodismo independiente no existe, menos en un país tan corrupto y corrompido como México.
Mucho menos es la intención del autor complacer los comentarios que el presidente ha hecho hacia la prensa. La verdad es que no le corresponden esos comentarios, sean verdad o mentira. Hacer una sección para hablar de lo que la prensa dice o hace me parece un asunto exagerado que coquetea con el autoritarismo, o por lo menos se manda un mensaje simbólico, ya si lo que dicen es verdad o mentira, ese es otro cantar.
Lo último de los paladines de la democracia es el caso de Carlos Loret de Mola. El conductor del medio ampliamente desacreditado, Latinus, intentó llevar su entrevista con el Gobernador de Nuevo León, Samuel García, a un terreno político en el que el mandamás regiomontano no cayó.
En no uno sino varios intentos el ex Televisa quiso hacer que SG hablara mal del presidente, a lo que respondió que “el gobierno federal ha aportado lo que nunca al estado de Nuevo León, hemos recibido mucho dinero, ahí están los hechos” y “al final avaló que la empresa llegara a NL”.
Agregó que “El gobierno federal via el Canciller y Martha Delgado, estaban teniendo acercamientos” cuando el periodista le preguntó si López Obrador había entorpecido las negociaciones.
“No, estuve mandando fichas y sé que lo sensibilizó, esto a México lo catapulta, tendremos records históricos de inversión, eso también es un logro del gobierno federal y del presidente” respondió cuando Loret le preguntó si veía la llegada de Telsa como una victoria sobre el Obradorismo.
En conclusión, el periodismo en México y el mundo, sigue subordinado al poder político.
La gran mayoría de periodistas, reporteros, columnistas, editores, etc, se dedican a hacer propaganda y a hacer periodismo de relaciones públicas, nada más lejos de un ejercicio subjetivo, libre de ataduras, veraz y de cambio social. La independencia es un ente mitólogico en el rubro periodistico, en realidad no se sabe si alguna vez existió.
Se tenía la promesa de que las redes sociales podrían ayudar a fomentar un periodismo crítico y que acuda a la verdad, sin embargo todo quedó en una promesa más que romantica. Las fake news son las hijas no deseadas de la independencia.
Muy romanticamente se pensó en el poder de las redes sociales para llevar a cabo revoluciones y disrupciones en la Sociedad Civil, es cierto: han ayudado a apoyar causas importantes y necesarias, pero por otro lado han dado cabida a las ya mencionadas fake news, que incluso fueron pieza clave en campañas presidenciales como la de Trump en 2016.
